Identidad en masa
La arquitectura inmortaliza las ideologías de las sociedades y/o culturas precedentes a las de hoy en día; próximas generaciones se educarán sobre el dominio de las maquinas tecnológicas en el trabajo, actualmente el ser humano es sustituido por la maquinaria. Toda obra humana deja una huella en el suelo de la Tierra, un heroísmo o una destrucción humana. Demuestra lo que somos, los seres humanos, capaces de elaborar a través de las generaciones, nuestra capacidad intelectual y artística. Proyectamos nuestras identidades a través de la arquitectura.
El ser humano altera el ambiente, del mismo modo que
el ambiente lo altera; nos modificamos mutuamente, sin embargo, el ser humano
lo explota a través de la construcción, deforestación, entre otros. Destruimos
espacios naturales para refugiarnos y, al construir, generamos un entendimiento
sobre la sociedad actual. Por ejemplo, para restaurar la Acrópolis el equipo de
profesionales necesita dar presencia a las ideas de las culturas anteriores. La
Acrópolis fue destruida, en cierta medida, a causa del humano y sus guerras;
cada pieza indica una historia distinta. No poseían la cognición para percibir
la memoria de la arquitectura, no reconocían el
trascendentalismo de la arquitectura para el progreso.
La arquitectura es una declaración poderosa que nos
define como especie, práctica diferentes prácticas de la misma realidad. Los
arquitectos poseen la capacidad de lograr lo que suele ser imposible, incluso,
pueden desafiar las leyes de gravedad, como lo hizo Brunelleschi, el arquitecto
del Duomo de Florencia; aunque, desafío lo conocido o establecido en aquella
época, no la realidad, la realidad no cambia. El coeficiente intelectual de las
personas aumenta a través de las generaciones, incluyendo la tecnología, a
consecuencia de la arquitectura y otros elementos. Las estructuras demuestran
lo “posible” en la civilización humana de la época y abre puertas para las
generaciones futuras, comunicando que asimilar y que no imitar. Por
consiguiente, hemos logrado conocer las sociedades antiguas y a nosotros mismos,
a causa de la globalización; la globalización facilita la comunicación entre
las comunidades y permite la transmisión de conocimiento.
La arquitectura es una rama de la historia, la cual
nos asiste en comprender la humanidad. Los espacios clásicos permiten un
tránsito instantáneo entre el pasado y el presente. El tiempo habita en las
paredes de la estructura; detiene o acelera el tiempo. Un hogar puede detener
el tiempo, en particular, si visitamos el hogar de nuestra infancia, si no ha
sido modificado en lo absoluto, creemos transportar a nuestra niñez. Por
ejemplo, el Duomo de Florencia era un misterio, debido a la ausencia de avances
tecnológicos; el ojo de un profesional capturó el secreto de Brunelleschi, la
utilización de sogas y la colocación de los ladrillos, lo cual permitió un
nuevo entendimiento sobre la sociedad.
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