La poesía del diseño

La previsualización y la ejecución son sistemas de combinaciones, los cuales requieren un balance. Las formas tienen propiedades perceptuales y, para elaborar, todos razonamos y percibimos desigualmente. Solamente se necesita un sentido de la definición espacial. El sistema material y el sistema espacial son de igual importancia; los materiales no demuestran suficiente valor hasta el momento que los posiciones en sus respectivos lugares y les adjudiques sus funciones.

La memoria es gran parte de la arquitectura, dependiendo de la experiencia del individuo en el espacio, elegirá en qué dirección ir. En la mayoría de los edificios, hay múltiples opciones de moverse, las cuales tienen una razón y propósito. Por ejemplo, un espacio puede poseer únicamente una escalera eléctrica con velocidad reducida en virtud de la apreciación y disfrute del arte diseñado por el arquitecto. De igual modo, el arquitecto tiene la opción de instalar una advertencia que implique la restricción o el acceso de ciertos caminos. Dispone el patrón que desea transmitir y el que desea omitir.

No es exclusivamente reconocer el significado del espacio, sino poder interpretar las sensaciones espaciales. Estos espacios los podemos percibir o interpretar de distintas maneras, como dije anteriormente. Si tenemos presente un edificio masivo sin paredes, ni niveles, muchos pensarían que es “dead space”, otros pensarían en todas las instalaciones posibles. El espacio puede atraer o intimidar a las personas, de tal manera que si ven un asiento que da la impresión de ser incómodo debido a los materiales usados, no se sentarán, no obstante, si les parece cómodo, le darían uso al espacio. El edificio es un “performance”, como mencionan en la película “An engineer imagines”; reconocemos que, cuando la actuación en un teatro no es satisfactoria en los ojos de la audiencia, abandonarán la actividad.

La arquitectura es un proceso que balancea talentos, en el cual hay que poseer creatividad y paciencia. No puedes colocar una apertura en una pared aleatoria y esperar que la luz solar, la temperatura, la ventilación, entre otros, sea la anhelada, hay que explorar las opciones y combinar elementos, posiblemente materiales. Si el bosquejo inicial falla, crea una nueva idea, si esa falla, crea otra, y así sucesivamente. Por consiguiente, nunca puedes aceptar el concepto de imposibilidad. El arquitecto no espera terminar con la misma visión con la cual empezó, tiene que resistir ese pensamiento; la belleza se desintegra.

 

 

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