Supremacía imprevista: el pasado
Las formas arquitectónicas poseen el poder
de viajar al pasado y trazarlo en la actualidad, en otras palabras, de revivir
los gestos arquitectónicos del pasado; manifestando la identidad del cliente en
la estructura. La mayoría de los estilos están basados en la Moda, la cual es
capaz de engañar nuestros gustos personales. Los seres humanos no nos
conformamos, siempre anhelamos más, y para recompensar este sentimiento
sufrimos por un ciclo de nostalgia. El arquitecto tiene que detectar el estilo,
la edad, la clase social, la cultura y las creencias del usuario para inaugurar
el proceso del diseño.
La Moda es impulsiva, no se puede prevenir, debido a
las incontables combinaciones posibles y necesidad de lo “nuevo”. Debemos
mostrar cautela al diseñar, a consecuencia de la aceleración continua del tiempo
histórico. Por ejemplo, si un edificio está operando su ejecución y sucede un
acontecimiento histórico, en particular, una guerra, el tiempo de construcción
será alargado y habrá una alteración en la Moda inevitablemente; es posible que
el edificio sea inútil para el cliente por el cambio tan drástico en lo aceptado
socialmente. El arquitecto tendrá que ocultar y exhibir ciertos elementos para
satisfacer a los clientes, lo cual tomará tiempo y finanzas; si no logran cubrir
los gastos, esto implica el abandono del edificio. Es impresionante cómo en tan
poco tiempo los gustos colectivos cambian y como la Moda nos guía y/o controla
involuntariamente.
El momento que nos adaptamos a los cambios, apetecemos
algo distinto. Lo actual se convierte en olvido y experimentamos “neumonía”,
aniquilando la memoria de las Modas precedentes. Una vez alcanzamos los
“términos extremos de las variaciones”, como menciona El sistema de la
moda y otros escritos, regresamos al comienzo. El pasado se convierte en el
presente y el espacio adquiere un nuevo significado, sin desaparecer
íntegramente, motivando recuerdos en el ser. El pasado es nuestro consuelo; hoy
en día recreamos edificios históricos con el objetivo de conectar con las
sociedades pretéritas.
El arquitecto mantiene la paz, establece la seguridad,
dispone belleza, entre otros. El cliente se definirá a través del proyecto del
arquitecto; por ello, el arquitecto reconoce previamente los gustos, creencias
y tradiciones del cliente. Los seres humanos, por lo general, nos
complementamos con los objetos, somos materialistas. Aparentamos con fin de ser
aceptamos socialmente, podemos descifrarlo cuando contemplamos a ciertos
individuos que son propietarios de carros lujosos, aun cuando el sueldo suele
ser insuficiente. La Moda, con el propósito de fingir, es un pábulo ya que
dependemos de la misma para crear una identidad; la arquitectura contribuye a
esta imagen.
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